La Sangre
Es un tejido vivo formado por líquidos y sólidos.
La fracción
líquida es el plasma y supone más de la mitad, conteniendo agua, sales
minerales y proteínas. La otra fracción sólida es la que contiene glóbulos
rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
Los hematíes (glóbulos rojos) llevarán
oxígeno desde los pulmones a los tejidos y órganos.
Los glóbulos blancos combaten las
infecciones y son parte del sistema inmunitario del cuerpo.
Las plaquetas ayudan a la coagulación de la
sangre cuando sufre un corte o una herida.
Es en la médula ósea, el material esponjoso
del interior de los huesos, la que produce nuevas células sanguíneas, que
sufren una renovación continua.
Grupos sanguíneos
Hay cuatro grupos de sangre:
A, B, AB y O.
Además, la sangre es Rh positivo o Rh
negativo. Por ejemplo si el grupo
sanguíneo es B, podrá ser B positivo o B negativo.
El tipo de sangre es muy importante en una transfusión
de sangre o en el caso de embarazadas, ya que puede existir incompatibilidad
entre la madre y el bebé lo cual supone un problema.
Los análisis de
sangre es un buen método diagnóstico
porque aporta datos sobre el funcionamiento de muchos órganos y se detectan
otros parámetros como los niveles de colesterol, glucosa, posibilidad de
existencia de anemia, etc.
Presión arterial
La presión
arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. El
corazón late, bombea y alcanza su presión más alta. A esta se le llama presión
sistólica. Cuando su corazón está en reposo entre un latido y el siguiente la
presión sanguínea disminuye, esta es más baja y se llama diastólica.
Lo ideal es que la diastólica (baja) esté
entre 80-84 mmHg y que la sistólica (o alta) se mueva entre valores de 120 a
129 mmHG.
No conviene tenerla alta (ni muy baja), pero
es mejor actuar aunque esté solo algo elevada. Según los expertos, si está un
poco por encima de lo normal el organismo ya se resiente. La hipertensión es una enfermedad silenciosa que causa mucho daño.