La búsqueda del bronceado rápido puede
provocar en la piel daños irreparables que son fáciles de prevenir. Una crema
protectora adecuada al tipo de piel ayuda tanto al bronceado como a evitar
los efectos dañinos del sol. La llegada del calor genera unos cambios
que afectan a la vida diaria en muchos aspectos. El buen tiempo llega
acompañado de más luz solar, lo que hace que la vida se desarrolle más tiempo
en la calle. La forma de vestir también se modifica porque las temperaturas
son más altas y exigen prendas de vestir más ligeras y cómodas, que se
acortan dejando a la vista partes del cuerpo que antes permanecían ocultas
por el frío. A la vez, la moda impone la necesidad de estar bronceados por lo
que se dedica parte del día para la exposición al sol. Ante estos cambios, la
piel necesita estar preparada y unos cuidados básicos para protegerla de los
efectos del sol. No hay que olvidar que el sol es una fuente de salud y de
vida pero también es el principal causante del envejecimiento de la piel y de
la aparición de cáncer cutáneo, sin no se toman las debidas precauciones. La mayoría de las personas confiesan tomar
el sol sin la protección adecuada por motivos de comodidad y porque existe la
creencia de que al usar un alto protector solar retrasa el bronceado. Todo lo contrario,
una protección alta no frena el bronceado sino que permite una exposición al
sol más segura y se recomienda repetir la aplicación cada hora y después de
cada baño. Además, no hay un control sobre el tiempo de exposición al sol, y
es muy importante tener en cuenta el lugar donde se produce la exposición, no
es lo mismo la playa que la montaña, y las horas del día porque de Una
piel, un protector Cada piel reúne unas características
propias, denominada fototipo, que la permiten broncearse rápidamente sin
sufrir quemaduras o, por el contrario, es una piel que sí padece las
quemaduras y se broncea poco o no se broncea. Todos los tipos de piel
necesitan un protector adecuado a sus características porque el efecto más
visible es la quemadura pero hay otros efectos a largo plazo como el cáncer
de piel. Los efectos de las radiaciones del sol no
inciden sólo en la piel, también el pelo, los ojos y los labios, padecen los
efectos de la exposición al sol y para ellos existen productos específicos
que los protegen y cuidan, como mascarillas capilares, barras de labios y hay
que tener cuidado y proteger los ojos con gafas de sol que cuenten con
filtros solares porque los rayos ultravioletas pueden dañarlos seriamente. Los protectores solares se presentan en
distintas formas cosméticas como son leches, aceites o sprays,
y lo que marca la efectividad del producto es el índice de protección que
tiene. Este índice es el que va a evitar que la piel se dañe por la
exposición al sol por lo que de su elección depende nuestra salud y no por
ser más elevado se puede alargar el tiempo de exposición. El índice de
protección debe de ser el adecuado y usarlo más a menudo si se alarga la
exposición al sol. La
melanina no es suficiente La piel tiene su propio mecanismo de
defensa que activa cuando recibe la luz solar. El contacto con los rayos del
sol desencadena la creación de melanina por parte del organismo. La melanina
es un pigmento que tiene como función proteger la piel y es responsable
directa del bronceado, pero no es suficiente para una buena protección y por
eso hay que recurrir a productos de protección solar, sobre todo si se trata
de una exposición prolongada. La importancia que se da al bronceado en
la época del verano es tal que la mayoría de las mujeres buscaban un
bronceado rápido para mostrarse morenas antes que proteger su piel. El
aumento de problemas cutáneos entre la población, sobre todo la femenina, ha
hecho que exista una mayor concienciación de los problemas que puede
ocasionar el sol y se busque el producto apropiado que facilite el bronceado
y protección al tiempo. Para mantener la piel saludable, también es
importante que al acabar la exposición al sol y con la piel limpia, se aplique un after sun para hidratarla y
refrescarla. Además, su uso va a hacer que el bronceado esté perfecto por más
tiempo. La elección del protector solar depende de
muchos aspectos propios de la persona como son la edad y el tipo de piel o
fototipo, pero no son los únicos. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo
tomar el sol en la montaña que en la playa porque esto influye en la fuerza
del sol que depende de la latitud, la altitud (el peligro de quemadura
aumenta con la altura), la estación del año (hay más riesgo de quemaduras en
verano), la hora (el peor momento es entre las 12 y las 16 horas) y la
naturaleza del suelo, no refleja igual los rayos del sol la arena que la
nieve. Cuando el tiempo está nublado se suele
descuidar la protección, pero a pesar de la sensación de frescor, las nubes
dejan pasar el 90% de las radiaciones UV del sol por lo que el peligro de
quemaduras continúa. Algo parecido sucede cuando se recurre a sombrillas o
árboles para evitar el sol y es que puede dañar la piel aunque no hay una
exposición directa. |