Parasitosis intestinales frecuentes

Parásitos intestinales frecuentes

 

Concepto y clasificación

 

Las infecciones parasitarias en el ser humano constituyen un importante problema sanitario, variando su clínica de cuadros asintomáticos a casos graves que en raras ocasiones causan la muerte. Destacan las infestaciones por protozoos, en las que se incluyen la mayoría de los parásitos (Entamoeba histolytica, Giardia lamblia, Cryptosporidium, y Blastocystis hominis) y los gusanos o helmintos, clasificados a su vez en  nematelmintos responsables  de  un  número  elevado  de  casos secundarios  a  infestaciones  por  Oxyuros  y Ascaris  fundamentalmente, y los platelmintos, entre los que podemos encontrar los cestodos  y  los  nematodos  con  Hymenolepsis , Tenias y Echinococcus.

 

AMEBAS         GIARDIA         CRYPTOSPORIDIUM         BLASTOCYSTIS         ENTEROBIUS     ASCARIS       HYMENOLEPIS         TENIA         ECHINOCOCCUS (HIDATIDOSIS)

 

 

Ameba histolytica

 

   Amebiasis: enfermedad causada por un protozoo, Entamoeba  histolytica  (EH),  con  o  sin manifestación clínica.

 

Etiología

EH es la única  ameba patógena para el hombre, y afecta al 5-10% de la población mundial. Con una prevalencia mundial entre el 0,5 y el 81%, presenta una distribución mundial mayor en los trópicos y en zonas con condiciones socio-sanitarias deficientes. La resistencia de la EH a los niveles de cloro de las aguas  purificadas  hace  que  estén  presentes también en países industrializados.

 

Patogenia

 

Parásito protozoo que existe bajo dos formas, quiste y  trofozoo ameboide (forma invasiva), que pueden invadir la pared intestinal  y dar lugar a la amebiasis intestinal.

 

La amebiasis invasiva se inicia con la colonización de la luz intestinal y la adhesión de los trofozoos a la capa de moco del colon. Las amebas proliferan y pasan  a tejidos profundos.

 

La invasión del intestino grueso por los trofozoos móviles se produce a nivel del ciego, colon ascendente y retrosigma, dando lugar a la existencia de úlceras y a la formación de amebomas. En invasiones más profundas los trofozoos pueden penetrar las paredes de las vénulas mesentéricas  y ser  transportados por la circulación hasta el sistema portal y, de ahí, al hígado. Estos abscesos hepáticos pueden drenar hacia la cavidad pleural, el pulmón o el pericardio o pueden dar lugar a abscesos subdiafragmáticos, siendo rara la aparición de abscesos metastásicos. La acción citolítica de las formas invasivas produce unas ulceraciones en la mucosa digestiva, y la flora digestiva microbiana  puede  sobreinfectar  secundariamente estas localizaciones necróticas.

 

Clínica

 

1.  Eliminación asintomática de quistes. La invasión tisular se produce tan sólo en el 2-8%  de  los  infectados,  persistiendo  el parásito  como  comensal  en  la  luz  del intestino.

 

2.  Diarrea aguda acuosa. Infección amebiana moderada  que  cursa  con  deposiciones blandas o líquidas, pérdida de agua y electrólitos que pueden agravar el cuadro.

 

3  Colitis  no  disentérica.  Con  episodio s recurrentes de diarrea (con moco y sin sangre), dolor abdominal y flatulencia.

 

4.  Disentería amebiana. Comienza de forma gradual,  con  dolor   abdominal  cólico, deposiciones frecuentes con moco, sangre y tenesmo, que se prolonga 1 ó 2 semanas con frecuentes recurrencias en pacientes no tratados.

 

5.  Colitis amebiana necrotizante fulminante. Más   frecuentes   en   lactantes   y  niños pequeños, en países tropicales, en recién nacidos malnutridos y en pacientes con SIDA existen casos  graves con gangrena intestinal, peritonitis, obstrucción intestinal, perforación y hemorragias.

 

6.  Amebiasis extraintestinales. Con diseminación  del  parásito  a  diversos  órganos internos como: a) Absceso hepático amebiano, que cursa con fiebre, dolor, distensión abdominal y hepatomegalia dolorosa. b) Amebiasis pulmonar, primaria o secundaria a la rotura de un absceso hepático. c) Amebiasis cerebral. Muy raros, únicos y de pequeño tamaño. d) Amebiasis cutáneas. e)  Otros:  úlceras  anorectales,  abscesos amebianos esplénicos y síndrome hemolítico-urémico.

 

Tratamiento

 

Realizar  tratamiento  en  todos  los  pacientes con trofozoos o quistes de EH en heces, estén o no sintomáticos. El fármaco de elección es el furoato  de  diloxamida,  durante  10  días,  y como alternativas el sulfato de paramomicina.

 

Amebiasis invasivas. El tratamiento de elección es  metronidazol (50  mg/kg/día, cada 8 h vía oral, 10 días, o 30 mg/kg/día, cada 6 h, i.v., 10 días) vía oral o intravenoso durante 7-10 días tratamiento alternativo es la dihidroemetina

(1  mg/kg/día,  en  dosis  única,  i.m.,  o  s.c., durante  10  días),  hidrocloruro  de  emetina

(1mg/kg/día,  en  dosis  única,  i.m.,  durante

10 días) cuando esté contraindicado el metrometronidazol o la amebiasis sea muy grave. Tinidazol

(60  mg/kg/día,  en  dosis  única,  oral,  durante

2 ó 3 días consecutivos), tetraciclinas (10-20 mg/kg/día, cada 6 h, oral, durante 7 días) o eritromicina  asociados a metronidazol para amebiasis intestinales graves ya que metronidazol es también amebicida intraluminal.

 

Absceso hepático amebiano (AHA).  Hospitalización, tratamiento con metronidazol, con emetina, dihidroemetina y cloroquina como tratamientos alternativos, así como una dosis única de tinidazol durante 3 días consecutivos consigue la curación del AHA. La infección bacteriana secundaria del AHA se produce cuando el paciente empeora de forma brusca o el aspirado hepático es fétido, asociándose al tratamiento convencional el uso de antibióticos. La extensión del absceso hepático hacia pleura o pericardio precisa asociar al tratamiento específico la aspiración con aguja fina con ecografía y en ocasiones el drenaje quirúrgico.

 

Evolución

 

El pronóstico de los AHA no complicados es excelente, con recuperación hepática completa funcional y anatómica. La mortalidad global varía entre el 10% y el 20%.

 

Prevención

 

Tratamiento de los portadores y mejora de las condiciones higiénico-sanitarias. En los viajeros  a  zonas  endémicas  deberá  hacerse  un estudio de las heces a su vuelta para descartar la existencia de patología, descartando la utilización de medicación profiláctica.

 

 

Giardia lamblia

 

   Es uno de los parásitos patógenos intestinales más frecuentes causantes de diarrea endémica y epidémica, y el de mayor prevalencia en la mayoría de los países industrializados; su distribución es endémica a nivel mundial con una mayor incidencia  en niños de menor edad.

 

Etiología

 

Dentro del género Giardia existen tres especies G. lamblia (duodenalis o intestinalis)  que afectan a humanos y mamíferos,  y G. muris y G. agilis, que no infectan al hombre. Giardia lamblia(GL) y Giardia intestinalis son protozoos intestinales, flagelados, que colonizan el intestino proximal, donde pueden ocasionar la infección aguda o crónica.

Patogenia

 

La vía más frecuente de transmisión es la fecal-oral, sobre todo en guarderías, donde son frecuentes los brotes de giardiasis. Los pacientes entre 2 y 4 años tienen un riesgo especial, debido a que no tienen un control de esfínteres pleno, pero sí motilidad y una conducta exploradora. También la giardiasis se transmite por alimentos y a través del agua; los brotes transmitidos por el agua afectan a niños y adultos; sin embargo la transmisión fecal-oral solo afecta a niños. La giardiasis puede ser también transmitida al hombre por animales (gatos, perros, ganado vacuno, ovejas, castores) y por vía venérea, a través de contacto oral-anal.

La inmunorrespuesta del huésped juega un importante papel en la eliminación del parásito y en la protección contra la enfermedad, participando en la producción de la enfermedad tanto la inmunidad humoral, con niveles elevados de IgM e IgG antigiardia en el suero y anticuerpos IgA en la luz intestinal, como la inmunidad  celular,  con  la  eliminación  del parásito.

 

Clínica

La mayoría cursan de forma asintomática y actúan  como  portadores  del  parásito.  Los casos sintomáticos presentan diarrea aguda o crónica, continua o intermitente, alternando con fases de estreñimiento. Las deposiciones son acuosas, con moco y en raras ocasiones con sangre, que pueden prolongarse durante semanas o años, con un período de incubación de 5 a 15 días. En la infancia puede acompañarse de esteatorrea y retraso estaturo-ponderal. También pueden cursar con cólicos abdominales, flatulencia, vómitos y náuseas, astenia y anorexia, pérdidas de peso y manifestaciones nerviosas inespecíficas. En inmunodeprimidos la enfermedad es siempre sintomática y más grave con diarreas prolongadas y síndromes  de  malabsorción.  En  los  casos transmitidos por contactos sexuales aparecen calambres y flatulencias pero sin diarreas.

 

Tratamiento

 

— Metronidazol es el fármaco de elección a

5 mg/kg cada 8 horas, durante 7 días. En España.

 

— Quinacrina  (en  EE.UU.  la  FDA  “Food Drug Administration” no autorizó la administración de metronidazol en giardias) se utiliza  de  elección,  es  más  efectiva,  pero peor  tolerada   y  con  efectos  secundarios graves, a dosis de 2 mg /kg  cada 8 horas durante 5 días (DMD, 300 mg).

 

— Furazolidina,  es  menos  efectiva,  mejor tolerada y con efectos secundarios leves; su dosis es de 1,25 mg/kg, cada 6 horas, durante 7 días.

 

— Tinidazol,  con  larga  vida  media,  dosis única diaria de 30-35 mg/kg, muy efectivo y  bien  tolerado  (no  está  admitido  en EE.UU., causa vómitos en el 40% de los niños tratados).

 

— Paramomicina, más específica para amebiasis   pero   eficaz   también   frente   a Giardias, a dosis de 25-35 mg/kg, cada 8 horas, durante 5 días; absorción intestinal prácticamente nula, que permite su uso en embarazadas.

 

— En la actualidad se está ensayando  con tetraciclinas, mebendazol y albendazol.

 

— En fracasos terapéuticos con estos fármacos se recomienda el uso combinado de medicamentos. No se tratarán los niños portadores  asintomáticos,  excepto  en  familias de alto riesgo, manipuladores de alimentos, i n m u n odeprimidos   y   malnutridos.   En inmunodeficientes  el tratamiento se mantendrá  durante  6-8 semanas;  a  veces  son necesarios  hasta  6  meses  de  tratamiento para eliminar el parásito de las heces.

 

Prevención

Desinfección del agua mediante cloración o ebullición e higiene personal.

 

Cryptosporidium

   La cryptosporidiosis  se trata de una zoonosis producida por el mismo protozoo que causa la diarrea epidémica en los animales. Es la tercera causa de parasitosis intestinal tanto en países desarrollados como en desarrollo, con distribución mundial y transmisión a través del agua, alimentos o fecal-oral. Centre Disease Control and Prevention (CDC) estimó  en los años ochenta, una prevalencia en pacientes con SIDA superior al 4%.

Etiología

Los  Cryptosporidium  son coccidios protozoarios que invaden  y se replican en el interior de la vellosidades que recubren el tubo digestivo y respiratorio de los animales vertebrados. Como todos los organismos producto- res   de   esporas   (Isosporas,   Cyclosporas   y Microsporas), han aumentado de forma significativa  su  presencia  con  la aparición  del SIDA; hoy en día pueden verse también en diarreas de pacientes inmunocompetentes.

 

Patogenia

 

Se desconoce el mecanismo concreto por lo que el Criptosporidium produce la diarrea; los hallazgos  histológicos  no  se  corresponden con los de una enteropatía invasiva grave, ni con los de una diarrea mediada por toxinas y daño epitelial. Los microorganismos se hallan en los bordes en cepillo de las células epiteliales.  En  el   intestino  delgado  podemos encontrar desde una histología normal a una enteropatía activa con atrofia vellositaria e infiltrado  inflamatorio.  En  los  pacientes inmunocompetentes el germen se limita al intestino delgado; en casos de SIDA se puede encontrar a lo largo de todo el tracto intestinal, biliar y aparato respiratorio. Cryptosporidium no penetran en las células intestinales, encontrándose las microvellosidades reducidas  en  altura,  con  las  criptas  alargadas, pudiendo encontrar acúmulos de plasmocitos, linfocitos y polimorfonucleares en la lámina propia.

 

La mayoría de los casos registrados en huma- nos se producen en inmunodeficiencias congénitas  o  adquiridas  tras  procesos  virales, medicamentosos  o  por  causas  idiopáticas. También   se   han  diagnosticado  casos   de cryptosporidiosis leve y de evolución espontanea a la curación en pacientes inmunocompetentes. Son propicios los brotes epidémicos en guarderías; la transmisión puede ser de animal a persona, persona a persona o contaminación fecal de agua y alimentos.

 

Clínica

La criptosporidiosis se puede presentar con tres tipos de sintomatología:

 

1.  Forma  asintomática.  Aparece  tanto  en inmunodeficientes como en inmunocompetentes. En  guarderías, con eliminación prolongada de quistes después que la clínica halla desaparecido.

 

2.  Forma   intestinal.   Cryptosporidium   en niños inmunocompetentes produce casos de   gastroenteritis   autolimitadas,   con deposiciones acuosas, dolor abdominal,  y a  veces  naúseas,  vómitos  y  fiebre.  Las heces no suelen tener leucocitos ni hematíes, correlacionándose  síntomas, estado inmunológico y carga parasitaria.

 

3.  Forma extraintestinal. Más frecuente en inmunodeprimidos,   suele   consistir   en hepatitis, colecistitis, artritis reactivas y síntomas  respiratorios.  La  clínica  oscila entre la de los casos de SIDA, con diarrea acuosa, prolongada, y persistente excreción  de  quistes,  llegando  a  producir  la muerte tras semanas o meses de malnutrición, infecciones oportunistas o neoplasias, y la que presentan pacientes inmunocompetentes   con   diarrea   acuosa   con espasmos, náuseas y febrícula, autolimitada y de 2 semanas de duración.

 

Tratamiento

 

En pacientes inmunocompetentes evoluciona espontáneamente a la curación en 10-14 días, con medidas de soporte: reposición de líquidos y electrólitos y en casos graves fluidoterapia intravenosa y/o terapias nutricionales.

Los tratamiento quimioterapeúticos se realizan en inmunodeprimidos con enfermedades graves. La paramomicina es eficaz en pacientes con SIDA; también lo son  claritromicina, y espiramicina. En inmunodeprimidos cura al corregirse la inmunodeficiencia.

 

Prevención

 

Los inmunodeficientes deben evitar el consumo de agua directamente de lagos o pantanos; los  individuos  sin  continencia  fecal  deben evitar el uso de piscinas y el agua embotellada debe beberse con precaución. Protagonismo.

 

 

Blastocystis hominis

 

   Protozoo habitante del tracto gastrointestinal humano,  cuyo  papel  patogénico  se  debate ampliamente,  considerándose  fundamental- mente como  organismo comensal.

 

Etiología

Protozoo sin pared celular que crece sólo en presencia de bacterias, en medios anaeróbicos y se reproduce por partición binaria o esporulación.

 

Patogenia

 

Se desconoce y se discute.

 

Clínica

Generalmente cursa con malestar abdominal, anorexia, distensión abdominal, cólico, diarrea, flato y estreñimiento que alterna con diarrea, y con menos frecuencia vómitos, náuseas, mareos, pérdida de peso, prurito y tenesmos, tanto más importantes cuanto más parásitos existan. Con frecuencia se asocia a la presencia de otros parásitos.

 

Tratamiento

Se han utilizado diversos tratamientos como metronidazol, emetina, furazolidina, trimetroprin/sulfametoxazol y pentamidina. En todos los casos desaparece la clínica, pero no siempre se erradica el parásito, lo que nos hace dudar de su eficacia

 

Enterobius vermicularis (Oxyuriasis)

 

   Es el helminto de mayor distribución geográfica, que produce una infestación denomina- da  oxiuriasis  o  enterobiasis;  constituye  la parasitosis  que afecta al 30% de los niños en edad escolar.

 

 

Etiología

 

El parásito es un nematodo que afecta funda- mentalmente al niño, aunque también puede aparecer en otras edades.

Patogenia

 

La transmisión es fecal-oral, por ingestión de alimentos  o  tierras  contaminadas,  o  por autoinfestación. Al rascarse el niño, coge el parásito  con  las   uñas,  originándose   una autoinfestación que hace el parasitismo interminable;  la  contaminación  también  puede producirse  a  través  de  las  ropas  interiores, camas, objetos, etc., dando origen a contaminaciones indirectas, que contribuyen a la propagación masiva del gusano.

 

La contagiosidad  de los huevos durante la emisión  explica  las  epidemias  escolares  o familiares. Los huevos permanecen durante semanas en ropas, suelo, y uñas; su presencia exige una serie de medidas higiénicas, además del  tratamiento  médico  para  combatir  las recontaminaciones.

 

Entre la ingesta de los huevos, la aparición de gusanos  adultos  y  la  excreción  de  huevos transcurren aproximadamente 2-3 semanas, lo que justifica la segunda cura con antihelmínticos realizada a las 2 semanas de la primera, ya que el tratamiento es activo frente a los gusanos y no los huevos. Éstos residen en la región ileocecal, pudiendo causar afectación apendicular.

 

Clínica

 

Cursan de forma asintomática, o sintomática con prurito anal o perianal, de gran intensidad de predominio vespertino, con frecuentes lesiones por rascado perianal, dolores abdominales de la fosa ilíaca derecha, alteraciones del tránsito intestinal (diarrea, vómitos, heces mucosas; en casi el 10% de las apendicitis pueden aparecer oxiuros). Durante la clínica pueden  aparecer  anorexia,  alteraciones  del sueño, irritabilidad y terrores nocturnos (relacionados con el prurito perianal), cambios del carácter tipo inestabilidad o agresividad, pérdida de peso, bruxismo y a veces crisis comiciales. Son frecuentes, en las niñas, alteraciones genitales, con prurito vulvar que puede llegar a causar auténticas vulvovaginitis y leucorreas, pudiendo contener  huevos de oxiuros. Las alteraciones urinarias también pueden estar presentes.

 

Tratamiento

 

Debe  ser  siempre  bifásico  con  un  período entre ambos ciclos de al menos 2-3 semanas y consistirá  en  flubendazol,  1  comprimido  o

5 ml/10kg de peso, o mebendazol. La ineficacia del tratamiento no debe hacernos pensar en una resistencia medicamentosa, sino en un defecto de las medidas higiénicas. También se utiliza pamoato de pirvinio en una sola dosis de 5 mg/kg y repetir a los 7 días, pamoato de pirantel y citrato de piperacina.

 

 

Ascaris lumbricoides (Ascaridiasis)

 

   La ascaridiasis es la infestación producida por el mayor nematodo intestinal, Ascaris lumbricoides ,  muy  frecuente  en  nuestro  medio. Caracterizado por dos fases distintas  clínicas y diagnósticas, la de migración larvaria pulmonar y la digestiva.

 

Patogenia

Las lesiones pulmonares se producen por el paso de las larvas a los alveolos, con la producción de pequeñas hemorragias, que causan hipersensibilidad a los componentes de las larvas o reacción inflamatoria, más grave en caso de reinfecciones.

 

Los Ascaris adultos se localizan normalmente en el intestino delgado, sobre todo en yeyuno e ileon, pudiendo causar lesiones traumáticas o tóxicas; son patógenos a la vez por su tamaño, sus características migratorias, su papel de vector de gérmenes y su poder de perforación. Los Ascaris miden aproximadamente unos 20 cm, suficiente para bloquear el canal del colé- doco y causar una colecistitis, pueden también obstruir el conducto de Wirsung  y causar  una  pancreatitis  aguda.  Varios  gusanos pueden llegar a obstruir total o parcialmente el  intestino,  e  incluso  puede  favorecer  un estrangulamiento herniario, una apendicitis o una  invaginación  intestinal  sobre  todo  en niños. Se ha podido ver invasión de pulmones, corazón y aparato genito-urinario; una cantidad masiva de parásitos, sobre todo en niños, puede causar desnutrición por competición entre parásito y huésped.

 

Clínica

 

La infestación por Ascaris suele ser asintomática, aunque en raras ocasiones puede causar complicaciones graves, en correlación con la cantidad  de  parásitos.  La  sintomatología puede estar causada por la emigración de las larvas, o por los gusanos adultos en el tubo digestivo.

 

Fase larvaria. La afección más frecuente es a nivel pulmonar, en donde causa una neumonitis (S. Löeffer), con tos espasmódica, expectoración mucosa, fiebre elevada y ocasional- mente hemoptisis. A veces se acompaña de urticaria y edema angineurótico por sensibilización: en casos de diseminación los síntomas dependerán del órgano afectado.

 

Fase adulta. Cursa con dolor abdominal tipo cólico  de  localización  epigástrica,  náuseas matutinas, vómitos y a veces diarrea. En la infancia es frecuente su asociación con procesos de detención del desarrollo y desnutrición. Durante esta fase pueden aparecer obstrucción abdominal, invaginación, apendicitis, ictericia obstructiva, colecistitis, pancreatitis y absceso hepático. Una lombriz puede, excepcionalmente, perforar la pared del tubo digestivo, sobre todo si el intestino está lesionado o, complicándose así con una peritonitis séptica.

 

Tratamiento

En las formas intestinales no complicadas el tratamiento es médico; la mayor parte de los antihelmínticos son eficaces. Flubendazol, 2 comprimidos al día durante 3 días. Pamoato de pyrandel, 6 comprimidos como dosis única. El tiabendazol presenta la ventaja de poder tratar simultáneamente una anguillulosis.

 

En las formas digestivas complicadas, como abscesos  hepáticos,  colangitis,  peritonitis, pancreatitis. etc., se asocia a cirugía. La eficacia del tratamiento será juzgado por el examen parasitológico de las heces 15 días después del tratamiento.

 

Hymenolepis nana(Diminuta)

 

Helminto de distribución universal.

Etiología

 

El huésped definitivo es el hombre; es más frecuente en niños, con una incidencia mayor en  grupos  familiares  e  instituciones;  están infectadas más de 20 millones de personas a nivel mundial, con una prevalencia del 0,2-

0,37%; se puede encontrar en ratones o ratas. Pueden   existir   huéspedes   intermediarios como insectos. La transmisión se realiza por contactos mano-boca, a través de alimentos y bebidas   contaminadas,   y  en   el   caso   de H. diminuta por ingesta de insectos parasita- dos presentes en cereales y granos.

 

Clínica

H. nana cursa con anorexia, cefalea, dolo abdominal, vómitos, nauseas (a veces prurito anal y nasal), diarrea intermitente y molestias abdominales, irritabilidad y trastornos convulsivos.

 

H. diminuta  presenta dolor abdominal, molestias gástrica y  diarrea. La infección leve es asintomática. La exploración suele ser negativa, con pérdida de peso.

 

Tratamiento

 

Niclosamida, 2 g en una dosis al día durante 5 días; en niños la dosis es menor según el peso. También se puede utilizar paramomicina.

 

Profilaxis

 

Difícil pues la transmisión es directa; consiste en medidas higiénicas.

 

Taenia solium, saginata

 

   Parásitos  de  distribución  cosmopolita.  La teniasis tiene una distribución mundial.

 

Etiología

 

El único reservorio conocido es el hombre, y los huéspedes intermediarios son los bovinos

(T. saginata) y los cerdos ( T. solium). El hombre se infecta al ingerir carne cruda o poco hecha que contenga cisticercos. Cuando el hombre ingiere huevos de  T. solium, puede aparecer una cisticercosis.

 

Clínica

 

Molestias gastrointestinales ligeras, con dolor en epigastrio, anorexia o aumento del apetito, dispepsia,  náuseas  o  vómitos;  en  ocasiones diarrea y alteraciones neurológicas como cefalalgia, vértigos y nerviosismo.

 

Tratamiento

 

Niclosamida,  mebendazol  y  clorhidrato  de quinacrina.

 

Echinococcus granulosus (hidatidosis)

 

   La  equinococosis o enfermedad hidatídica es una enfermedad producida por la ingesta de quistes de equinococus.

 

 

Etiología

Existen tres especies: E. granulosus, E. multi locularis  y E. vogeli, con ciclos vitales iguales, pero  morfología,  distribución  geográfica  y huéspedes diferentes. E. granulosus es la especie más frecuente de parasitación humana, con dos cepas diferentes, la doméstica o pastoril, que se transmite por perros o carneros, y la selvática que afecta a lobos, alces y renos.

 

Clínica

 

La clínica depende de la localización del quiste ya que ésta se produce por la expansión del mismo o por su rotura y son: fiebre, tos, dolor torácico y hemoptisis en quistes pulmonares; dolor constante o intermitente del cuadrante superior derecho del abdomen, o ictericia en los quistes hepáticos; dolores óseos o fracturas patológicas en los quistes óseos. Los quistes rotos  pueden  infectarse  secundariamente  y dar síntomas de abscesos purulentos.

 

Tratamiento

 

El tratamiento es quirúrgico, teniendo mucho cuidado con la rotura y vaciamiento del quiste. Tratamiento médico: mebendazol a 30-50 mg/kg/día.

 

Profilaxis: Se centrará en el cuidado e higiene de los perros.