La palabra "hepatitis" significa,
simplemente, inflamación del hígado, sin apuntar a ninguna causa específica.
Una persona con hepatitis puede:
Padecer
uno o varios trastornos, incluyendo una infección vírica o bacteriana del
hígado.
Presentar
lesiones hepáticas provocadas por una toxina (una especie de veneno).
Presentar
lesiones hepáticas provocadas por la interrupción de la irrigación sanguínea
normal del hígado.
Padecer
un trastorno autoinmunitario que afecta al hígado.
Haber
sufrido un traumatismo abdominal en la zona del hígado. Pero lo más habitual es que la hepatitis
haya sido provocada por uno de los siguientes tres virus:
el
virus de la hepatitis A
el
virus de la hepatitis B
el
virus de la hepatitis C En casos muy poco frecuentes, el virus
Epstein Barr (que provoca la mononucleosis) también puede desencadenar una
hepatitis porque puede provocar inflamación hepática. Hay otros virus y
bacterias que también pueden provocar hepatitis, incluyendo los virus de las
hepatitis D y E, el virus de la varicela y el citomegalovirus(CMV). ¿Qué es la hepatitis A? En los niños, la forma de hepatitis más
frecuente es la hepatitis A (también denominada hepatitis infecciosa). Este
tipo de hepatitis está causado por el virus de la hepatitis A (VHA), que se
encuentra en las heces de las personas infectadas. Las heces infectadas
pueden estar presentes en pequeñas cantidades en alimentos y objetos (desde
el picaporte de una puerta hasta los pañales de un bebé). El virus de la hepatitis A se contagia:
Cuando
alguien ingiere algo contaminado con heces infectadas por el VHA (esto
facilita su transmisión en condiciones de hacinamiento e insalubridad).
A
través del agua, la leche y los alimentos contaminados, sobre todo el
marisco. Puesto que la hepatitis A puede ser una
infección leve, particularmente en la infancia, es posible que algunas
personas no se den cuenta de que han contraído la enfermedad y ésta pase
desapercibida y quede sin diagnosticar. De hecho, aunque las pruebas médicas
indican que alrededor de un 40% de los norteamericanos que viven en medios
urbanos han padecido la hepatitis A, sólo alrededor de un 5% recuerdan haber
estado enfermos. A pesar de que el virus de la hepatitis puede provocar una
enfermedad de larga duración (de hasta seis meses), generalmente sólo provoca
enfermedades de corta duración y no es causa de enfermedad
hepática crónica. ¿Qué es la
hepatitis B? La hepatitis B (también denominada hepatitis
sérica) está causada por el virus de la hepatitis B (VHB). El
VHB puede provocar un amplio abanico de síntomas, desde malestar general
hasta enfermedad hepática crónica que, a la larga, puede desembocar en un
cáncer de hígado. El virus de la hepatitis B se contagia:
A
través de fluidos corporales infectados, como la sangre, la saliva, el semen,
las secreciones vaginales, las lágrimas, la leche materna y la orina.
Mediante
transfusiones de sangre contaminada (lo que es muy poco frecuente en EE.UU.).
Al
compartir agujas o jeringuillas infectadas para inyectarse droga.
Al mantener
relaciones sexuales con una persona infectada por el VHB.
Mediante
el contagio de un recién nacido por su madre infectada. ¿Qué es la
hepatitis C? La hepatitis C se transmite a través del
contacto directo con la sangre de una persona infectada. Los síntomas
provocados por el virus de la hepatitis C pueden ser muy parecidos a los
provocados por los virus de las hepatitis A y B. No obstante, la infección
por el virus de la hepatitis C virus puede conducir, a la larga, a una
enfermedad hepática crónica y es el principal motivo de transplante de hígado
en EE.UU. El virus de la hepatitis C se contagia:
Al
compartir agujas y jeringuillas para inyectarse droga.
Al
hacerse tatuajes o piercings con instrumental no esterilizado.
Mediante
transfusiones de sangre (especialmente antes de 1992; desde entonces, en
EE.UU. se hacen controles sistemáticos de la sangre donada para detectar esta
enfermedad).
Mediante
el contagio de un recién nacido por su madre infectada.
A
través de las relaciones sexuales (aunque se trata de una vía de contagio
menos habitual). La hepatitis C es también un riesgo
habitual en los centros de diálisis. Raramente las personas que conviven con
un enfermo de hepatitis C se pueden contagiar al compartir artículos que
pueden contener la sangre del enfermo, como maquinillas de afeitar o cepillos
de dientes. ¿Cómo se
diagnostica la hepatitis? Todas estas formas víricas de hepatitis
se pueden diagnosticar y puede hacerse un seguimiento de su tratamiento
mediante análisis de sangre fiables y fácilmente accesibles. ¿Cuáles son
los signos y los síntomas de la hepatitis? La hepatitis, en sus primeras etapas,
puede provocar síntomas parecidos a los de la gripe, como:
malestar
general
fiebre
dolores
musculares
pérdida
del apetito
náuseas
vómitos
diarrea
ictericia
-coloración amarillenta de la piel y de la esclerótica (blanco del ojo). No obstante, algunas personas no
presentan ningún síntoma y ni siquiera saben que están infectadas. Por
ejemplo, los niños con hepatitis A suelen presentar síntomas leves o ausencia
total de síntomas. Si la hepatitis progresa, los síntomas
comienzan a apuntar al hígado como origen de la enfermedad. Las sustancias
químicas que segrega el hígado habitualmente empiezan a acumularse en la
sangre, lo que provoca:
ictericia
mal
aliento
sabor
amargo en la boca
la
orina se vuelve oscura o del color del té
las
heces se vuelven blancas, claras o del color de la arcilla. También puede haber dolor abdominal,
concentrado bajo las costillas del lado derecho (sobre un hígado inflamado y
dolorido) o bajo las costillas del lado izquierdo (sobre un bazo dolorido). ¿Es
contagiosa? Las hepatitis A, B y C son todas
contagiosas. El virus de la hepatitis A puede
propagarse a través del agua o de alimentos contaminados, así como en
escuelas o centros de preescolar con condiciones higiénicas deficientes. Los
inodoros y los lavabos utilizados por una persona infectada deben limpiarse
con desinfectantes. Quienes conviven con o cuidan de una persona con
hepatitis deben lavarse las manos después de cada contacto que mantengan con
el enfermo. Además, en caso de que su hijo vaya a emprender un viaje a un
país con elevada incidencia de hepatitis A, deberá recibir por lo menos dos
dosis de la vacuna contra la hepatitis A. El virus de la hepatitis B se puede
encontrar en prácticamente todos los fluidos corporales, si bien las vías
principales de contagio son las relaciones sexuales, las transfusiones de
sangre contaminada y las jeringuillas compartidas para administrase droga por
vía intravenosa. El contacto en el medio familiar con adultos que padecen
hepatitis B puede suponer un riesgo de contagio para un niño, riesgo que
puede reducirse lavándose frecuentemente las manos y adoptando unas buenas
prácticas higiénicas. En EE.UU. se vacuna sistemáticamente a todos los niños
contra la hepatitis B al nacer, y la administración de esta vacuna permite
reducir en gran medida la incidencia de esta infección. Pregunte a su
pediatra sobre esta vacuna. Los adultos también se pueden vacunar si están en
situación de riesgo. El virus de la hepatitis C se puede
transmitir por medio de agujas compartidas, productos derivados de sangre
contaminada y, menos frecuentemente, a través de las relaciones sexuales. A
pesar de que la hepatitis C se puede transmitir al feto durante el embarazo,
este riesgo no es muy alto (en torno al 5%). Si usted está embarazada,
póngase en contacto con su médico si cree que puede haber estado expuesta al
virus de la hepatitis C. Durante los últimos años, las mejoras en
la tecnología sanitaria han eliminado casi por completo el riesgo de contagio
de las hepatitis a partir de hemoderivados contaminados y de transfusiones
sanguíneas. Pero, con la moda de los tatuajes y los piercings y el auge de la
acupuntura, ha aumentado el riesgo de contagio de hepatitis a través del
instrumental indebidamente esterilizado que se emplea a veces en estos
procedimientos. Las agujas compartidas por las personas que consumen drogas
por vía intravenosa o el empleo del mismo aspirador por las que consumen drogas
por vía inhalada son dos formas de contagio de la hepatitis C muy habituales. ¿Se puede
prevenir la hepatitis? Por lo general, para evitar que su hijo
contraiga una hepatitis de origen vírico usted debería:
Mantener
unos buenos hábitos de higiene y evitar condiciones de hacinamiento e
insalubridad.
Ser
especialmente cuidadoso si viaja a zonas donde las condiciones sanitarias son
deficientes y la calidad del agua sospechosa, sobre todo al beber o nadar.
No
comer nunca marisco o pescado procedentes de aguas contaminadas con aguas
residuales.
Recordar
a todos los miembros de la familia, sobre todo a los niños, que se laven las
manos a conciencia después de usar el váter y antes de las comidas.
Si
un miembro de su familia contrae la hepatitis, utilizar desinfectantes para
limpiar los retretes, lavabos, orinales o cuñas que haya utilizado esa
persona. Puesto que las agujas y las jeringuillas
contaminadas son la principal vía de contagio de la hepatitis, es una buena
idea apoyar las campañas contra la drogadicción que se pongan en marcha en su
comunidad y en las escuelas de su área. En casa, hable asidua y sinceramente
con sus hijos sobre los peligros del consumo de drogas. También es importante
fomentar la abstinencia sexual y el sexo seguro entre los adolescentes para
eliminar el riesgo de contraer la hepatitis a través de las relaciones
sexuales. Existe una vacuna contra la hepatitis A
que está especialmente indicada para:
las
personas que hacen viajes intercontinentales
las
personas que padecen otros tipos de enfermedades hepáticas
las
personas sexualmente promiscuas
las
personas con trabajos de alto riesgo, como el personal sanitario o de los
centros escolares y de preescolar. Si tiene pensado viajar al extranjero, consulte
a su médico con suficiente antelación para que tanto a usted como a al resto
de su familia les dé tiempo a completar el ciclo de vacunaciones necesarias.
La vacuna es especialmente útil para quienes trabajan en centros de educación
infantil, como escuelas o guarderías, donde el riesgo de exposición a la
enfermedad es mayor. También existe una vacuna contra la
hepatitis B, que debe administrarse tanto a niños como a adultos como parte
del programa de vacunaciones sistemáticas. Lamentablemente, no existe ninguna vacuna
contra la hepatitis C -los estudios animales sugieren que es posible que no
se pueda desarrollar porque el virus de la hepatitis C no provoca el tipo de
respuesta necesario para que pueda tener éxito una vacuna. ¿Cuánto
dura la hepatitis? El período de incubación (el tiempo que
tarda una persona en infectarse tras exponerse al virus) de las hepatitis
virales es variable, dependiendo de cuál sea el virus concreto que provoca la
enfermedad.
En
la hepatitis A, el período de incubación es de dos a seis semanas.
En
la hepatitis B, el período de incubación es de uno a cinco meses.
En
la hepatitis C, el período de incubación es de dos a 26 semanas. La hepatitis A suele ser activa durante
un período de tiempo breve y, una vez la persona se recupera, deja de poder
contagiar la enfermedad a otra gente. Es sumamente improbable que una persona
se convierta en portadora crónica del virus de la hepatitis A. Casi todas las
personas que desarrollan hepatitis A que previamente estaban sanas se
recuperan por completo en el plazo de pocas semanas o meses sin presentar
complicaciones ulteriores. En el caso de la hepatitis B, entre el
85% y el 90% de los pacientes se recupera por completo en un plazo de seis
meses, sin presentar complicaciones a largo plazo. Sin embargo, entre el 75% y el 85% de las
personas que contraen la hepatitis C no se recuperan completamente y
tienen más probabilidades de presentar infecciones de larga duración. Tanto
los pacientes que no se recuperan completamente de la hepatitis B como los
que siguen infectados por el virus de la hepatitis C pueden acabar
desarrollando hepatitis crónica y cirrosis hepática (la degeneración crónica
de la estructura del hígado). Algunas personas con hepatitis B o C pueden
también convertirse en portadores de por vida de estos virus y contagiar la
enfermedad a otra gente. ¿Cómo se
trata? Cuando los síntomas son graves o los
análisis de laboratorio indican que se ha producido lesión hepática, a veces
es necesario tratar la hepatitis en el marco hospitalario. He aquí una visión
general de los tratamientos disponibles para los distintos tipos de
hepatitis:
No
existe ningún medicamento para tratar la hepatitis A porque ésta es una
infección de corta duración que remite sin tratamiento.
La
hepatitis B a veces se puede tratar con medicamentos. Hay cuatro fármacos
autorizados para uso en adultos con hepatitis B, pero no se ha estudiado
suficientemente su uso en niños. De todos modos, usted puede pedir
información al pediatra de su hijo sobre un fármaco que actualmente está en
fase de investigación para uso infantil y que puede estar disponible en
algunos centros.
El
tratamiento de la hepatitis C ha mejorado significativamente con el uso de
dos medicamentos, sólo uno de los cuales está autorizado para uso infantil.
Hay otro fármaco todavía más eficaz que está en fase de investigación y
todavía no se ha autorizado para uso infantil, pero que está disponible en
algunos centros. En aquellos adultos que se acaban de infectar con la
hepatitis C (por ejemplo, al pincharse accidentalmente con una aguja
infectada), el tratamiento combinado con estos dos fármacos es el tratamiento
de elección y elimina el virus en aproximadamente el 50% de las personas
infectadas. Los niños con formas leves de hepatitis
se pueden tratar en casa. Deberán permanecer en cama, excepto para ir al
lavabo, hasta que hayan remitido la fiebre y la ictericia, y recuperen el
apetito. Los niños con falta de apetito deben hacer comidas poco copiosas y
frecuentes y beber líquidos con alto contenido calórico (como los batidos de
leche). Asimismo, deben ingerir alimentos sanos, ricos en proteínas e
hidratos de carbono, y beber agua en abundancia. ¿Cuándo
debería llamar al pediatra? Llame al pediatra si su hijo:
presenta
síntomas de hepatitis
asiste
a una escuela o centro de preescolar en el que ha aparecido algún caso de
hepatitis
se
ha expuesto a un amigo o familiar con hepatitis. Si tiene algún hijo que ejerce de
voluntario en un centro de primeros auxilios, un hospital, una clínica o un
asilo de ancianos, asegúrese de que conoce y adopta las debidas prácticas de
seguridad para evitar el contacto con la sangre u otros fluidos corporales de
otras personas. Si su hijo realiza este tipo de voluntariado es posible que
el pediatra también crea recomendable vacunarlo contra la hepatitis B. Llame
al pediatra de su hijo si cree que éste puede haber estado expuesto a un
enfermo de hepatitis. Si ya sabe que su hijo tiene hepatitis,
llame al pediatra si observa cualquiera de los siguientes síntomas, que
pueden indicar que la patología hepática se está agravando:
confusión
o somnolencia extrema
erupciones
cutáneas
picores Esté
pendiente del apetito y las funciones digestivas de su hijo, y llame al
pediatra si el niño pierde el apetito o aumentan las náuseas, los vómitos, la
diarrea o la ictericia. |
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