Faringitis
La
faringitis es una inflamación aguda o crónica de la pared faríngea y/o del
tejido linfático subyacente. ¿Qué lo provoca? Los
virus causan alrededor del 40% de casos, seguidos, en orden de frecuencia,
por el estreptococo betahemolítico del grupo A (EBHGA) y, en ocasiones, por
los pertenecientes a los grupos C y G, que en conjunto son responsables del
10-30% de casos. La incidencia varía según la época del año, el ambiente
epidemiológico y la edad del enfermo. La infección estreptocócica es más
frecuente en niños de edad escolar y durante los meses de invierno. En los
últimos años se han reconocido como causantes de faringitis el HIV en la fase
de primoinfección, Arcanobacterium haemolyticum, Clamydia pneumoniae y
Mycoplasma pneumoniae. A. haemolyticum se ha identificado como el agente
responsable de faringoamigdalitis con exantema en pacientes de edad comprendida
entre 10 y 30 años. La difteria y la angina de Vincent son en la actualidad
excepcionales. La incidencia de la primera se ha reducido con la vacunación
infantil sistemática. La angina de Vincent es una infección polimicrobiana en
la que participan microorganismos anaerobios (en particular fusobacterias) y
espiroquetas de la flora orofaríngea. Se observa especialmente en pacientes
con mala higiene dental y/o efectos de una enfermedad debilitante. SÍNTOMAS Las manifestaciones
clínicas pueden variar desde dolor de garganta y odinofagia moderados, con
escasa repercusión sobre el estado general, hasta molestias locales
importantes acompañadas de fiebre. El dolor puede irradiar al oído y aumentar
con los movimientos del cuello. El examen de la faringe muestra una mucosa
hiperémica, en ocasiones recubiertas de exudado purulento. Pueden encontrarse
adenopatías en la región laterocervical. Los
virus respiratorios suelen originar una faringitis moderada en el curso de un
resfriado común, de una bronquitis o de un síndrome gripal. La presencia de
rinitis, disfonía o tos indica que probablemente el agente causal es uno de
estos virus. La herpangina suele observarse en niños menores de 10 años y se
caracteriza por la aparición de vesículas en el paladar blando. Los
adenovirus pueden causar una amigdalitis supurada parecida a la
estreptocócica, a menudo acompañada de conjuntivitis y adenopatías
preauriculares. La infección por virus del herpes simple origina vesículas y
úlceras que pueden limitarse a la superficie amigdalina o extenderse al
paladar y al resto de la mucosa oral. La amigdalitis por virus de
Epstein-Barr o mononucleosis cursa con afección local y sistémica
importantes, adenopatías generalizadas y posible hepatosplenomegalia. La
aparición de obstrucción nasal, petequias en el velo del paladar, edema
palpebral o exantema tras la administración de ampicilina deben sugerir la
posibilidad de una mononucleosis. Hacia la cuarta semana del contagio del HIV
puede aparecer faringitis con adenopatías y afección sistémica parecida a la
de la mononucleosis. Entre
las amigdalitis de etiología bacteriana, la más frecuente es la infección
estreptocócica. Clínicamente puede cursar con manifestaciones locales
parecidas a las de cualquier infección vírica y de intensidad muy variable.
El comienzo súbito con fiebre elevada, adenopatías cervicales anteriores y
exudado amigdalino es sugestivo de infección estreptocócica. La infección
gonocócica suele ser asintomática. La angina de Vincent cursa con la
aparición de úlceras en la superficie de la amígdala y/o las encías,
recubiertas de exudado maloliente. En adultos jóvenes previamente sanos se ha
descrito una infección bacteriémica causada por Fusobacterium necrophorum,
conocida como sepsis postangina o necrobacilosis, caracterizada por la
aparición de fiebre alta con escalofríos, odinofagia, tromboflebitis de la
vena yugular y desarrollo de abscesos en pulmón, huesos y otras
localizaciones. Una complicación común a varias causas de amigdalitis es la
aparición de un absceso periamigdalino. El
cuadro clínico de la faringitis es inespecífico. Los casos de infección
estreptocócica moderada son indistinguibles de una infección vírica. El
hemograma puede mostrar leucocitosis en la infección estreptocócica y
linfomonocitosis con presencia de linfocitos atípicos en la mononucleosis
infecciosa. Por lo general las restantes infecciones víricas cursan con un
hemograma normal o con leucopenia relativa. Dado que no es posible realizar
en todos los casos un estudio microbiológico completo de los potenciales
microorganismos responsables, las pruebas deben dirigirse a identificar el
EBHGA por el riesgo de complicaciones supuradas e inmunológicas que implica
su presencia. El cultivo de las secreciones faríngeas tomadas con escobillón
y sembradas en una placa de agar sangre con bacitracina es un método sensible
(90% de aislamientos con una sola muestra) y específico para el aislamiento
de EBHGA. El resultado tarda 24 hrs. en conocerse. El hallazgo de
estreptococos en el cultivo no implica la existencia de una infección actual,
puesto que puede tratarse de un portador sano. Se
dispone de técnicas rápidas (ELISA, aglutinación en látex) para la detección
de antígeno estreptocócico en la extensión faríngea, dotadas de una
especificidad superior al 95% y una sensibilidad del 80-95%. El resultado se
obtiene en 10-30 min. Y puede ser positivo en pacientes tratados previamente
con antibióticos. TRATAMIENTOS Y RECOMENDACIONES El
tratamiento antibiótico específico de cada uno de los microorganismos
mencionados se comenta en los capítulos correspondientes. De forma empírica
puede escogerse la penicilina o un macrólido. La penicilina se administra por
vía intramuscular, o por vía oral en forma de 250 mg de penicilina V
(fenoximetilpenicilina) cada 8h o 500 mg de amoxicilina cada 12 h durante 10
días. El
tratamiento de la infección periamigdalina consiste en la administración de
amoxicilina o ampicilina con un inhibidor de las betalactamasas, clindamicina
o penicilina con metronidazol. En la fase precoz de celulitis el tratamiento
antibiótico puede ser suficiente. Si existe fluctuación o si, tras las
primeras 24 hrs de antibioticos no se produce mejoría debe procederse al
drenaje quirúrgico por incisión a través de la mucosa oral. Las
estructuras del cuello, es decir, paquetes vasculonerviosos, músculos, vía
respiratoria, esófago, glándulas (tiroides, parótidas) y ganglios linfáticos,
están englobados en diversas fascias que se extienden desde la base del
cráneo hasta el tórax y delimitan, desde un punto de vista práctico, cuatro
grandes espacios: parafaríngeo, retrofaríngeo y/o prevertebral, submandibular
y pretraqueal. La infección de estos espacios se debe a flora orofaríngea,
fundamentalmente a microorganismos anaerobios y, con menor frecuencia, a S.
aureus y EBHGA, que llegan a ellos a partir de una amigdalitis, una
parotiditis supurada, una infección o extracción dental, una adenitis aguda o
una herida de la mucosa producida por la deglución de un cuerpo extraño, la
práctica de una endoscopía o un traumatismo externo accidental. Las
infecciones del espacio prevertebral pueden deberse asimismo a abscesos
procedentes de la columna vertebral. La infección puede extenderse al
mediastino y originar edema de laringe y obstrucción respiratoria, producir
sangrado por erosión de un vaso del cuello o causar trombosis de la vena
yugular y/o bacteriemia. Las manifestaciones clínicas incluyen la aparición
de fiebre, afectación del estado general, odinofagia, disfagia y dolor con
los movimientos de la mandíbula o del cuello. |
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