La
arterioesclerosis, popularmente denominada como
"endurecimiento" de las arterias, es una enfermedad crónica y
progresiva producida por el depósito de grasas en la pared de las arterias
que da lugar a estrechamientos o estenosis de estas.
Los depósitos de grasa, se van
produciendo a lo largo de los años en la capa más interna de la arteria, la
íntima, dando lugar a la formación de "placas" que van
estrechando el vaso y por tanto dificultando el paso de sangre a su través.
Junto a este fenómeno, también se pueden producir depósitos de calcio en
estas placas, que dan lugar a que la arteria pierda su elasticidad y
flexibilidad, entorpeciendo aún más el flujo sanguíneo y produciendo además
un aumento de la presión arterial (hipertensión). El crecimiento progresivo
de la placa de arterioesclerosis o la formación
de trombo en su seno, puede dar lugar a la oclusión completa de la arteria
produciendo una ausencia total de flujo sanguíneo a través del vaso
obstruido, dejando por tanto sin riego la zona que habitualmente se nutría
de sangre por esa arteria.
La arterioesclerosis
puede afectar a cualquier arteria de nuestro organismo; las localizaciones
más frecuentes son:
Arterias
coronarias: Son las arterias que aportan sangre al corazón. Su afectación
produce angina de pecho e infartos de miocardio.
Arterias
carótidas: Son las principales arterias que llevan sangre a la cabeza. Su
afectación puede dar lugar a la aparición de un infarto cerebral.
Arteria
aorta: Es la arteria más grande del cuerpo, y su afectación puede dar lugar
a una falta de riego en las piernas y en órganos intra-abdominales
como los riñones.
Arterias
de extremidades: La afectación de las arterias de las extremidades, da
lugar a una falta de riego que produce dolor con el ejercicio (claudicación
intermitente), por la noche (dolor de reposo), y heridas que no curan
(gangrena) que pueden conducir a la amputación de la extremidad si un
tratamiento adecuado no se instaura a tiempo.
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